martes, 21 de octubre de 2014

El Susarón y el bosque de La Cervatina


Salida y llegada: Puebla de Lillo (en León) 
Distancia: 21,6 km
Duración: 6:30 h (sin contar paradas) 
Subidas acumuladas: 1050 m 
Altura Inicial y Final: 1137 m 
Altura máxima: 1878 m 
Fecha de realización: 18/X/2014
Dificultad: media
Track de la ruta






La salida de otoño del IES Rosario de Acuña de Gijón nos llevó esta vez a León para disfrutar del hermoso bosque de La Cervatina y subir al pico Susarón. La Cervatina es un bosque de hayas y tejos centenarios situado entre los arroyos Rebueno y Ruidosos al oeste de Puebla de Lillo. La zona más importante y sensible está vallada para impedir el ramoneo de herbívoros salvajes y domésticos favoreciendo así la regeneración natural de la tejeda. El Susarón es una piramidal mole caliza que domina el frente occidental de Puebla de Lillo y ya nos impresionó por su vertical silueta cuando hace dos años, también en otoño, visitamos por primera vez estos parajes para subir al pico Mahón. Esta vez decidimos completar el recorrido circular de La Cervatina hollando su cumbre.
 
 
Ermita de Pegarúas y Monte Celorno.

El viento del sur trajo a Gijón un verano retrasado en octubre. Sin embargo, nada más cruzar el puerto de San Isidro, los nubarrones que cubrían las cimas de las montañas nos metieron de lleno en el otoño. Llegamos a Puebla de Lillo hacia las diez y media de la mañana y aparcamos en su plaza mayor flanqueada por edificios antiguos ornados con escudos. La ruta del bosque de tejos de La Cervatina, etiquetada como PR-LE 28, comienza al otro lado de la carretera y del Río Silván. Está correctamente señalizada y un panel informativo nos explica su itinerario y lo más interesante que podemos ver en ella.
Otoño en La Cervatina.


Comenzamos a caminar siguiendo las marcas que nos llevan hacia el norte, en paralelo a la margen derecha del río, por un camino de tierra bueno y llano que sigue la vega del Silván. A la derecha, vamos dejando los prados de la vega y, a la izquierda, el Monte la Silva. Los colores del otoño impresionan nuestra retina: algunos cerezos y fresnos en los márgenes del camino van dando paso al cromático hayedo del monte que poco a poco vamos rodeando. La amplia curva nos permite virar al oeste hasta finalizar en un camino asfaltado que comunica la carretera principal con las minas de talco de La Respina situadas a unos 7 kilómetros. Seguimos por el asfalto unos 250 m y lo abandonamos, cuando la carretera gira a la derecha, continuando de frente por un camino de tierra que pasa, más adelante, al lado de la ermita y Área recreativa de Pegarúas (Pegarvas, según el mapa topográfico). Un corto desvío a la derecha nos lleva a la Ermita de la Virgen de Pegarúas del siglo XIV cuya romería se celebra el 12 de agosto. Situada sobre el barranco que forma allí el Arroyo de Respina, nos ofrece unas vistas extraordinarias sobre el bosque otoñal que cubre la ladera del Monte Celorno al otro lado del Arroyo Rebueno.

Susarón por detrás de la Peña la Solana.



Tejo en La Cervatina

Después de disfrutar de este hermoso paisaje, regresamos al camino principal que continúa hacia el oeste en paralelo al arroyo Rebueno por su margen izquierdo. Otro kilómetro de cómodo y llano paseo nos deja en el caserío y fuente de Fombea. Aquí, el ancho camino se empina y gira al sur, adentrándose en el hayedo que cubre toda la ladera norte y noreste del pico Mahón, donde se encuentra La Cervatina. De nuevo, el rico cromatismo otoñal de las hayas contrastando con el verdor de las matas de acebos y algún que otro roble albar, ralentizan nuestra marcha por las continuas paradas para inmortalizar el gran espectáculo de la naturaleza. Pero es sobre todo la gran variedad, cantidad y tamaño de las setas lo que más llama nuestra atención: amanitas, boletus, lepiotas, coprinus,… han salido por todos los lados después de este lluvioso otoño leonés. Más arriba, obviamos la desviación que sale a la izquierda y por la que regresaremos más tarde a Puebla de Lillo para completar el circuito. De momento, seguimos de frente por el camino que lleva al Collado Ferreras. Al poco, encontramos a la derecha el cercado del rodal de tejos y la puerta de acceso.

En su interior, los hermosos y antiguos ejemplares de tejo están esparcidos por toda la ladera y multitud de brotes nuevos y plantones casi tapizan el suelo garantizando así su regeneración. Hace un par de años recorrimos la tejeda del Sueve (una de las mejores de Europa con unos 8000 ejemplares) y no encontramos en todo el trayecto ni un solo brote de tejo (los gamos introducidos allí con fines cinegéticos en los años 60 del siglo XX y la ganadería se los comen apenas nacen). Algo debería hacer el Principado de Asturias para conservarlo.

Ladera occidental del Susarón

Regresamos al camino y continuamos la ruta hacia el sur. Poco antes de alcanzar el collado Ferreras, justo cuando el bosque da paso a los pastizales invadidos en parte por las escobas, sale a la derecha el camino que hace dos años nos llevó a la cima del pico Mahón, por la collada Tolibia. El collado Ferreras está situado entre los picos Mahón, al oeste, y Aparejo Pequeño, al este, y da vista al embalse del Porma. La ladera del Mahón, por la que entonces bajamos en paralelo a la alambrada que separa los municipios Boñar y Puebla de Lillo, sigue cubierta de escobas.

Subiendo a la arista del Susarón.

Desandamos el camino hasta el desvío situado después del cercado de La Cervatina y lo seguimos hacia el este como indican las marcas del PR. Sumergidos en el impresionante hayedo, con el suelo cubierto de setas de todos los colores, tipos y tamaños, y casi sin darnos cuenta, alcanzamos un collado situado a un kilómetro del desvío. Las peñas a la izquierda corresponden al Canto del Oso y nos proporcionan un claro en el bosque que aprovechamos para descansar y reponer fuerzas. Desde aquí nos vuelva a impresionar la piramidal silueta del Susarón que emerge por encima de la más cercana Peña de La Solana.
Llegando a la cima del Susarón.

Tramo final de la arista del Susarón.

Una vez que hemos dado cuenta de las viandas, proseguimos la ruta por el camino ancho, entre el tupido bosque de hayas, rodeando, más adelante, el barranco por el que se despeña el Arroyo Ruidosos que forma rápidos y cascadas de particular belleza. Alcanzado el collado que deja a la izquierda la Peña de La Solana, comienza el descenso. Enseguida llegamos a un claro donde el camino gira del este al norte para descender al valle recorrido por el Arroyo Patina. El grupo se divide en dos. Unos bajan por el citado camino, recorriendo el valle del arroyo Patina y después el del Celorno para llegar finalmente a Puebla de Lillo después de caminar otros cuatro kilómetros.

Los demás queremos alcanzar la cima del Susarón. Para ello seguimos el camino ancho que sale de la parte más alta de la campera. Enseguida se divide en dos y continuamos por el de arriba que sube hasta la Collada de Barbadillo dando vistas al sur (Embalse del Porma). Aquí termina el camino ancho y seguimos por una senda que rodea por el norte la sierra dejándonos finalmente en el collado que da acceso al pequeño valle de El Pradico situado en la base de la cara occidental del Susarón. Un pilón con caño de abundante agua riega el valle. Para subir al pico nos encaminamos a una senda con hitos que nos lleva por la arista noroccidental de la montaña. La subida es dura pero sin problemas. Remontamos 450 metros por la arista, dando vista a Puebla de Lillo, hasta alcanzar la antecima. Unos pasos por la cresta, rodeando unas peñas por la derecha, nos dejan en la cumbre donde hay un vértice geodésico.
Embalse del Porma desde el Susarón.

Montes en torno a San Isidro desde el Susarón.

Pileñes, Peña Ten y Macizo del Mampodre desde el Susarón. Aldea de Redipollos abajo en el centro.

Al norte encontramos las montañas cercanas al Puerto de San Isidro: picos La Cuerna, Agujas, Toneo, Ausente, Rapaína o San Justo. Sólo se ve la cresta del Tiatordos que da paso al cercano Pico Lago o Pinar, al que siguen, al noreste, las cumbres de Pileñes y Peña Ten, el Macizo Occidental de los Picos de Europa, el Macizo del Mampodre, el pico Yordas que nos tapa Riaño, las impresionantes Peñas Pintas y la enorme mole del  Espigüete en Palencia. Al oeste, entre otros, vemos el cercano Mahón y las verticales peñas del Bodón y Coto Cabañas.

Puebla de Lillo con zoom desde el Susarón.

Descendemos por el mismo camino hasta El Pradico. Después continuamos por una senda que se dirige al norte y desciende por la canal que forma el propio Susarón con la modesta peña del El Piñuelo, situada al oeste. La canal nos deja en los pastos de La Tejera muy cerca del valle de La Patina por donde pasa la pista principal, asiento del PR LE 28. El camino y el valle desembocan en el Valle Celorno regado por el arroyo del mismo nombre. Cruzado el arroyo por un puente, el camino nos deja finalmente en Puebla de Lillo después de caminar más de 21 kilómetros y acumular más de 1000 metros de subida.


Lorenzo Sánchez Velázquez






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